Cinco etiquetas para cinco
botellas y solo cuatro estaciones, así empieza este reto.
En el mes de abril de 2015 el Celler Bernaví se ponen en contacto conmigo para que diseñe una etiqueta para sus vinos. Cuando nos conocemos y conocen mi obra, deciden que no van a pedirme una etiqueta, sino ¡cinco! Cinco etiquetas para cinco de los vinos que elaboran. Y además a través de esas etiquetas querían que contara lo que sus vinos me sugirieran y que explicara la filosofía de la bodega.
La conexión fue inmediata y de regreso a casa una idea se apoderó en mi cabeza: dotar a esta colección de una continuidad narrativa. Que narrase lo que Marco Bernava, uno de los responsables de la bodega, me contó:
—En nuestra viña todo viene de la tierra y todo vuelve a la tierra.
Un eterno retorno que enseguida relacioné con la periodicidad de las cuatro estaciones. Pero había un "pequeño" problema, las estaciones son cuatro y las etiquetas para los vinos eran ¡cinco!
Y así empieza esta aventura.
El primer contacto con los vinos fue con Garnatxa Blanca y Morenillo enseguida asocié estos dos
vinos al invierno y a la primavera. El primero por su color frío, su aroma cítrico y la sensación de frescor que tienes
al tomarlo. Ya tenía el vino del invierno. Etiqueta número uno adjudicada.
Al oler a copa parada el Morenillo, no tuve ninguna duda que esos aromas eran un jardín en
primavera, más adelante al ver la web-site de Bernaví, leí textualmente.
“Sincero, como el primer día de primavera” ¡Coincidía con los creadores del
vino! Etiqueta número dos solucionada. Ahora había que crearlas, diseñarlas, buscar imágenes radiográficas adecuadas y ver como resultaban en formato plano y en formato convexo, en la botella, pero los dos
primeros pasos ya estaban dados.
A los pocos días de probar Garntxa Blanca y Morenillo, llegaron a casa más botellas de vino. No sabía muy bien si esperar
a la cata con la guía del Sumiller o si abrir una botella y lanzarme al vacío,
que con mi poca experiencia en vinos era otro reto, y si lo hacía solo ¿con qué botella empezar? La cosa se complicaba...
Me decidí por el nombre de los vinos y me lancé a descorchar el Tres de Tres... Olí, el tapón, y ¡olía a vino...! (lógico). Lo escancié en la copa, lo deje encima de la mesa y a copa parada metí la nariz.... Su aroma me pareció redondo como un sol de verano poniéndose tras las colinas, olía a la tahona de los veranos de mi infancia, a levadura. ¡Vaya! –pensé, he acertado abriendo esta botella, le da continuidad al proyecto.
Me decidí por el nombre de los vinos y me lancé a descorchar el Tres de Tres... Olí, el tapón, y ¡olía a vino...! (lógico). Lo escancié en la copa, lo deje encima de la mesa y a copa parada metí la nariz.... Su aroma me pareció redondo como un sol de verano poniéndose tras las colinas, olía a la tahona de los veranos de mi infancia, a levadura. ¡Vaya! –pensé, he acertado abriendo esta botella, le da continuidad al proyecto.
Debo decir que de las cinco
etiquetas, esta es la que más trabajo me ha dado, ese nombre de significado tan abstracto, Tres de tres, debía de expresar a través de un diseño
concreto y con tres elementos la esencia del vino y además de la bodega, no sé por qué me empeñé en
esto último. ¡Tres elementos diferenciadores del resto de las etiquetas! Además
era la imagen central de la colección, y sería la más visible. Y quería hablar de las tres uvas que componían el vino y de las tres personas responsables de la bodega, de las cuales a dos no conocía, Gino y Ruth...
Las otras dos botellas que me
quedaba me sugerían aromas típicos del bosque, decidí que Ca’Vernet y Akrònim, debían ser los
vinos de otoño... y cual fue mi sorpresa que el orden de mi presunto etiquetado
coincidía con el orden de cata sugerido por el sumiller.
Personalmente creo que Ca’Vernet es un vino de transición
del final del verano a principio de otoño, las uvas sin estar maduras empiezan a
pintarse, las tímidas un poco, las más valientes ya muestran parte de su color
definitivo, pasa igual con las hojas de la vid, empiezan a dorarse, y poco a poco
el otoño todo lo tiñe de oro y llega el triunfo de la vendimia. La mano del
hombre recoge el fruto de su trabajo. Es la apoteosis de la tierra, de la
cosecha, es el triunfo de la uva y el triunfo del vino.
Ahora venía el otro trabajo
elegir elementos radiográficos que hablaran de esta historia y de estos vinos.
Vinos y radiografías, la fusión de imágenes y sensaciones
Garnatxa Blanca, decidí utilizar arteriografías renales para simbolizar las raíces de la vid. De igual modo que los riñones obtienen el agua que necesita el cuerpo humano filtrando los elementos, así, las raíces mantienen en pie la vid y la alimentan.
Morenillo, La explosión de la primavera, el
color de los campos y la fertilidad de la tierra resumida en una imagen
radiográfica: una histerosalpingografía; fotos de úteros simbolizando
esa fuente de vida. Colores de amapola, ginesta y lavanda salvaje elevándose
por los aires, y una espiral que recuerda el rojo cerco de vino que deja el pie
de la copa en un mantel de lino blanco.
Tres de Tres, La idea de esta etiqueta
surge después de una conversación
telefónica con Marco:
-Imposible quedar contigo, problemas en la viña, debo de vigilar la uva.
El Sol de verano sugerido por el vino sería una
retinografía, simbolizando el ojo del vigía que cuida la viña ante las
peligrosas tormentas de verano y, también, el ojo del artista que, a través de su mirada, se inspira para la creación.
Para terminar la etiqueta tres luminarias que
preceden al atardecer, bien visibles en los cielos de verano, Saturno, Marte y
Spica. Tres estrellas que treinta años atrás un amigo me regaló para que en las noches de verano, cuando mi mirada se perdiera en el cielo estrellado, me acordara de él.
Saturno, nombre romano del titán
Cronos, simboliza el ciclo del tiempo, dios de la agricultura y la cosecha todo
viene de la tierra y todo va a la tierra. Marte, dios de la guerra, e identificado con el Ares griego, no es simplemente un Ares
romanizado, sino, además, una deidad puramente itálica, patrón de muchas ciudades, y
tribus como la de los sabinos y los etruscos.
¡Que bien pintaba esta idea!,
Y la tercera luminaria ¡era una estrella!, no me podía creer la suerte que mi amigo me daba con este regalo guardado durante treinta años, dos planetas y una estrella,
dos hombres y una mujer. ¡Cuán bella analogía y qué adecuada! ¡Pero, además, el
nombre de la estrella era italiano! Spica, y para los romanos esta estrella simbolizaba a Ceres,
diosa de la agricultura.
¡Mejor imposible! (Claro, no os he dicho aún, que los hombres de esta historia y esta bodega son italianos y la mujer española, Dos planetas con nonbre en castellano y una estrella con nombre italiano, Los papeles no se invierten, se complementan en los cielos estrellados de las noches de verano)
Para terminar esta etiqueta, en
la parte de abajo, vemos una especie de regueros de agua después de la
tormenta, tiene una doble lectura, los campos y las lágrimas que deja el vino
en las copas y está inspirado en
estudios fotográficos que realicé de este vino. Debo decir que estas
“aguas” en la etiqueta son angiografías
de las arterias coronarias.
Ca’ Vernet y Akrònim. Dos etiquetas
una sola estación. El otoño, es la estación más importante en el
proceso del vino. ¡Llega la vendimia! El trabajo del artesano que ha realizado
durante todo el año después de la cosecha anterior da su fruto. Las manos del hombre recolectan la uva y empieza
el proceso final. El vino que ha inspirado este trabajo.
Estas dos etiquetas están realizadas con radiografías de
manos, que simbolizan ese esfuerzo y recuerdan las hojas de la vid, estas manos
sostienen triunfantes un racimo de uvas,
uvas que en realidad son mamografías, símbolo del alimento primigenio
del ser humano, la lactancia materna vinculando ese alimento con la uva, una de las bayas conocidas con más antigüedad de este modo dos alimentos ancestrales quedan relacionados a través del acto creativo. El proceso ha terminado.
Dos líneas casi paralelas circulan por las cinco etiquetas
como elemento de continuidad. Parece el
paisaje de Terra Alta, pero en las dos ultimas etiquetas la montaña que sigue
siendo montaña se convierte en sarmiento, en un pequeño juego visual, donde
tierra y planta forman un solo elemento.
Esa línea paisajista
es en realidad una arteria coronaria. Símbolo del corazón, del amor y respeto hacia la tierra y el trabajo y símbolo del pulso y ritmo de la vida.
Vaya todo el blog y ni una sola foto de las etiquetas.... ¡No me he olvidado! ¡Si queréis ver las etiquetas tendréis que abrir la caja...
...y probar el vino!
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